Las empresas acuden a salas de escape para crear lazos entre sus trabajadores y mejorar el pensamiento crítico. Los equipos de trabajo necesitan ponerse a punto para poder enfrentarse a cualquier obstáculo con confianza y seguridad. Tienen que pensar y actuar rápido, igual que los engranajes de un reloj en el que todas las piezas son importantes.
Puedes llevarte a tu equipo a cenar, hacer que alguien dé un discurso durante una hora y, luego, marcharos a tomar algo hasta que la noche no dé más de sí o puedes lanzarles a una situación nueva en la que tengan que estrujarse el coco de verdad y crecer como equipo.
Pongámonos en situación: quedan sesenta minutos para que dé comienzo una nueva guerra mundial que conllevará la destrucción del planeta, a no ser que tu equipo sea capaz de marchar a la batalla y luchar codo con codo para conseguir los códigos de desactivación de los misiles nucleares. En una situación que es, digamos, tan poco común y tan loca, la imaginación se dispara y las ideas empiezan a fluir.
Las escape rooms, o salas de escape, se han convertido en la actividad de moda que realizan las empresas para eventos de team building. Han resultado ser una forma original y divertida de mejorar el rendimiento del equipo.
Y es que, para poner en marcha el pensamiento crítico y que afloren las habilidades de resolución de problemas, se crean temáticas e historias intrigantes que motivan a los jugadores a implicarse a fondo para escapar o cumplir la misión que se les ha encomendado.
Los diferentes juegos y escenarios ofrecen a los jugadores diversas oportunidades para desarrollar sus habilidades de liderazgo, establecer planes de acción y organizar un buen reparto de tareas que han de realizarse al mismo tiempo de acuerdo con los puntos fuertes y débiles de cada uno. Sin embargo, es importante conseguir el equilibrio perfecto entre liderar y seguir órdenes. Si hay demasiados líderes, lucharán por el poder y convertirán el proceso de toma de decisiones en algo imposible. En cambio, si todos esperan recibir órdenes, puede que no se haga un reparto efectivo de tareas y que baje el ánimo, lo que impedirá superar los obstáculos a los que se enfrentan.
Estar atrapados dentro de un juego hará que los jugadores trabajen en equipo y, sobre todo, que hablen entre ellos. Ya que los jugadores deberán dividirse en grupos, es fundamental que todos compartan la información y las cosas que encuentran. Todos deben conocer a la perfección los hallazgos que los demás hayan hecho porque nunca se sabe quién resolverá el enigma. Se debería hacer caso y escuchar las ideas de todos, algunos tendrán que esforzarse para hablar más y otros para escuchar más.
Además de tener que pensar con lógica y utilizar el pensamiento crítico bajo presión, en las salas de escape es necesario, en muchas ocasiones, pensar con originalidad, de maneras menos convencionales.
Ya estén sintetizando una cura para una epidemia zombi, robando el Banco Central de Madrid, escapando de prisión, huyendo del Asesino del Zodiaco o evitando una guerra nuclear, el vertiginoso ritmo de las salas de escape no solo hará que el equipo se dedique a resolver obstáculos, también les dará la oportunidad de conocerse y de entablar una amistad en un entorno divertido. Además, alcanzar una meta común hará que confíen más los unos en los otros y que se sientan realizados.
Si consiguen realizar sus objetivos, la experiencia culminará con la victoria, con esa sensación que queda al ganar y con un nuevo sentimiento de camaradería entre los miembros del equipo, pero recordad: “Ganar no es lo importante, lo importante es pasarlo bien”.
Así que, si quieres hacer que tus compañeros y tu equipo pasen por una experiencia de team building efectiva y divertida que haga que mejoren su rendimiento y sus relaciones laborales, asegúrate de llevarles a una sala de escape.
Por M. Miñana Capón
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